Viernes 31 de Mayo 2024
VIIa Semana Ordinaria B
La visitación de la Virgen María
Textos Bíblicos: L1 So 3,14-18 o Rm 12, 9,16b; Sal 12

+Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahan y su descendencia por siempre. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Reflexiones. –

La liturgia recuerda a la Santísima Virgen que, llevando en su seno al Hijo, va a casa de Isabel para ofrecerle la ayuda de su caridad y proclamar la misericordia de Dios Salvador. Es todo un símbolo: María que lleva en su seno al Mesías y se encuentra con Isabel que lleva también en el suyo al precursor. Un diálogo entre dos mujeres llenas de Dios y de su Espíritu, un diálogo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre Dios y la humanidad.

María sagrario de Cristo: la presencia salvadora del Mesías es la que produce la alegría y la alabanza. Ahora es la Iglesia la que tiene encomendada la misión de evangelizar al mundo y hacer presente a Cristo. Pero es la comunidad cristiana la que tiene que saber reconocerle, sobre todo en el momento de la Eucaristía. Por medio de María Dios-con- nosotros salió al encuentro de la familia de Isabel.

Por medio la Iglesia, sus sacramentos y su predicación, Dios sale al encuentro y visita a la humanidad entera. La actitud de alegría y de alabanza que hace exclamar a María en el cántico de su Magnificat, debe ser contagiosa para la Iglesia.

También la Iglesia, todos nosotros formamos la Iglesia, debemos contemplar, admirar y agradecer a Dios todas las maravillas que ha hecho con nosotros sus hijos. Pedimos que dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María cantar tus maravillas durante toda nuestra vida.

ORACIÓN:
Señor, concédenos ser, como María, servidores.




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