Miércoles 15 de Mayo 2024
VIIa Semana de Pascua B
Textos Bíblicos: L1 Hch 20,28-38; Sal 67

+Lectura del santo evangelio según san Juan 16,16-20

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad."

Reflexiones. –

San Isidro Labrador, nació y murió (+1130) en Madrid, capital de España. Sus padres, que eran pobres, le dieron el nombre de Isidro o Isidoro en honor del célebre Arzobispo de Sevilla. Como no pudieron enviar a su hijo a la escuela, se encargaron ellos mismos de inculcarle sus escasos conocimientos junto con las virtudes cristianas y el amor a la oración. En cuanto tuvo edad suficiente para trabajar, Isidro entró al servicio de un rico propietario madrileño llamado Juan de Vargas, en cuya casa estaba destinado a trabajar toda su vida como labrador. Isidro se casó con una muchacha pobre, tan buena como él; pero después del nacimiento de su primer hijo, quien murió en la infancia, ambos decidieron servir a Dios. Conocemos a su esposa por el nombre de Santa María de la Cabeza.

La vida de San Isidro fue un modelo de perfección cristiana en el mundo. Se levantaba muy temprano todos los días para ir a misa. San Isidro no escapó los ataques de las malas lenguas, pues sus compañeros lo acusaron de que llegaba tarde al trabajo por meterse en la iglesia. Para averiguar la verdad, Don Juan de Vargas se puso personalmente al acecho y comprobó, en efecto, que Isidro llegaba tarde al trabajo. Se disponía a reprenderle cuando vio, con la sorpresa que es de imaginar, que una yunta de bueyes blancos, guiada por la mano de un desconocido, araba el campo junto al arado de Isidro.


ORACIÓN:
San Isidro, hombre sencillo, ruega por nosotros.




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