Jueves 30 de Mayo 2024
VIIIa Semana Ordinaria B
Textos Bíblicos: L1 1Pe 2,2-5. 9-12; Sal 99

+Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí. Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo. Llamaron al ciego, diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, que pueda ver. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Reflexiones. –

Soltando el manto, de un salto se acerca a Jesús. Este gesto expresa de manera muy significativa, la ruptura del hombre con su pasado, un pasado de poder pues el manto significa el poder humano. Por otra parte, el ciego es imagen del verdadero discípulo que se despoja de todo para seguir a Cristo.
Aquel hombre estaba sentado al borde del camino, ciego y sin más porvenir que seguir prisionero para siempre de sus tinieblas. Transcurre todo delante de nuestros ojos, y no sabemos ya adónde ir ni qué camino tomar. Presenciamos la guerra económica entre las potencias de este mundo y nos vemos implicados en ella por una crisis y unos conflictos, sin que podamos influir en ellos.

Vemos desde hace años cómo oprime a los pueblos la pobreza y cómo nuestra buena voluntad se queda corta. Contemplamos un mundo marcado por el mal y sentimos toda la complicidad que se oculta en nosotros. Somos ciegos y nos encontramos sin fuerzas al borde del camino. Pero podemos oír, como Bartimeo: ¡Animo, levántate, que te llama!
Este camino pasa por la conversión de la cruz, también da acceso a la Pascua. Camino de los ciegos y los cojos es el camino que lleva a Jerusalén: es la subida con el Hijo de Dios. ¡Maestro, que pueda ver! Este grito de la fe que brota de nosotros encuentra el impulso de amor del corazón de Jesús y su palabra nos salva. 

ORACIÓN:
Señor, aquí estoy sea lo que vos queráis.




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