Martes 07 de Mayo 2024
VIª Semana de Pascua B
Textos Bíblicos: L1 Hch 16,22-34; Sal 137

+Lectura del santo evangelio según san Juan 16,5-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí, de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.

Reflexiones. –

Las despedidas son dolorosas. La última vez que yo abracé, en el terminal de autobuses, a mi madre, ella sabía, por esa sabiduría de las madres, que no nos íbamos a ver más. Pero me animó a seguir con mi vocación. A pesar de todo, ella aceptaba que me convenía irme. Como Jesús dice a sus discípulos: Les conviene que yo me vaya.

Es necesario que Jesús sea glorificado, que pase por la cruz para liberarnos del pecado. El Espíritu es el que hace presente la vida de Jesús. El Espíritu saca a la luz el error del mundo, el pecado e incredulidad. Si Él no muere no les será enviado el Espíritu Santo. El sentido de la muerte de Jesús sólo podrá ser entendido a la luz del Espíritu. Si ellos han de ser testigos de Cristo lo primero que tienen que tener claro es quien es Jesús. Los discípulos eran incapaces de comprender el acontecimiento de Jesús. Tenía que ser vivido y experimentado, para que se sintiesen en la necesidad de ser iluminados por la luz del Espíritu. Éste es el Espíritu de Jesús. En la Iglesia derrama Dios su Espíritu. Este Espíritu hace repetir los gestos de Jesús, la oración de Jesús, la fracción del pan como acción de gracias de Jesús, la unión entre los hermanos. El Espíritu Santo es el que lanza la Iglesia naciente hasta las extremidades de la tierra.

La vida del Espíritu es una vida de fe, desde los carismas hasta los dones de fe, esperanza y caridad. A las obras de la carne suceden los frutos del Espíritu. La fe nos mueve a ejercer las obras de caridad y nos da la fortaleza en la esperanza.


ORACIÓN:
Dame, Señor, dame tu Espíritu que me enseñe tu ley.





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